Tal y como ya os contamos cuando os presentamos a Bioshock Infinite en exclusiva nacional desde Nueva York, la acción transcurre en el año 1912 a bordo de la utópica ciudad voladora de Columbia, errante por los cielos tras caer en desgracia. Encarnando al detective del Pinkerton Booker DeWitt, nuestra misión una vez infiltrados en Columbia es rescatar a una mujer, cautiva, de nombre Elizabeth. Como no podía ser de otro modo, la chica es especial, alberga grandes poderes pese a que no sabe dominarlos, y está bajo gran custodia. Recientemente hemos podido conocer que su vigilante es una formidable y temible criatura conocida como el Songbird, mezcla de gigante humanoide, pájaro y con una estética similar a la de un Big Daddy.
El Songbird y Elizabeth mantienen una relación tormentosa, ella tiene sentimientos por el gigantesco ave, pero a la vez, es su captor que le priva de libertad. Por otro lado, la criatura parece profesar una devoción tremenda por la chica, tanto como un amante celotípico en sus casos más graves, y la privación de su lado de la joven, desencadena una terrible ansiedad de separación: se convierte en una mala bestia dispuesta a acabar con quien sea con tal de recuperarla bajo su lado.